El Morya, Kuthumi y Dwal Kul: los Tres Reyes Magos
El Morya, Kuthumi y Dwal Kul: los Tres Reyes Magos
5 de enero de 2015
El Morya, Kuthumi y Dwal Kul estuvieron encarnados como los
tres reyes. El Maestro Ascendido El Morya fue el rey Melchor quien llevo el
obsequio del oro a Jesús. El Maestro Ascendido Kuthumi fue el rey Baltasar
quien llevó el obsequio del incienso. Y el Maestro Ascendido Dwal Kul, también
conocido como el Maestro Tibetano, o el “Tibetano”, fue el rey Gaspar quien
llevó el obsequio de la mirra.
Dictado de El Morya
La Fiesta de la Epifanía
¡Chelas de la Voluntad de Dios!
Os saludo en la Epifanía de la Luz!
La Luz que se
convirtió en la Palabra y en la Palabra que se manifestó en el infante Mesías.
La aparición de los Reyes Magos destacada en el horizonte de
la era mesiánica fue la señal de la venida de la llama trina en él y en todos
quienes vendrían desde los confines del mundo para adorar a la Deidad que
habitaba corporalmente en el. Y el pequeñito, cuya estrella nos llevó al
santuario de la Deidad en el altar de su corazón fue incluso, entonces, el gran
iniciador de nuestras almas.
Vinimos con devoción, con determinación, y con la luz nativa
de nuestra propia divinidad, la cual reflejaba la suya. Por medio de la luz de
Dios en nosotros, percibimos su luz. Y continúa siendo así. Y ninguna
manifestación- humana, elemental, o divina- puede percibir su amor a menos de
que sea dotada con ese amor.
Nuestra aparición, celebrada en la Cristiandad como la Fiesta
de la Epifanía, el 6 de enero, es la señal de que los reyes y sacerdotes de las
naciones de los gentiles, y aquellos modestos y humildes de corazón, todos y
cada uno que vienen a su nacimiento llevando los dones de la Trinidad, muestras
de devoción, determinación, y mucho más importante, de divinidad, pueden ser
recibidos por él a quien se le ha otorgado transferir la luz de la filiación.
Mis amados chelas de la voluntad de Dios, entre aquellos
quienes aman al SEÑOR, muy pocos están dispuestos a hacer su voluntad y a
caminar en sus pasos. Y el sendero que se hizo tan evidente, desde las llanuras
de Belén hasta la colina de Betania, se ha convertido en algo inefectivo en la
vida de los niños pequeños.
Aquellos reyes y príncipes del mundo que no tenían luz en
ellos mismos, han venido a adorar, aunque ellos mismos no contenían la llama de
la adoración de Dios. Vinieron decididos a obtener su luz, aunque no tenían luz
en su interior para recibirá la de aquél. Vinieron con un sentido de su
divinidad personal que no era más que la prepotencia del ser inferior. No
tenían una copa para recibir la transferencia de su luz.
Han venido y se han ido mil veces. Vienen con las manos
vacías, y se van con las manos vacías. Pero la insensatez de todo esto es que
no lo saben. Y su ritual, tanto ciego como muerto, sin alterar a la Deidad ni
un ápice, ha engañado a los necios. Y el hilo delicado de la vida y la chispa,
tan tenue en las almas infantiles de la humanidad, no ha sido acelerada por
aquellos que no pudieron ser acelerados, porque no tenían vida en ellos mismos.
Este es el estado de cosas en la Cristiandad.
Mientras los altos cargos de los líderes ciegos de los
ciegos debaten por medio de que manifestación vino Él, como si pudieran
procurarse la salvación para ellos mismos y para las masas por medio de sus
argumentos concluyentes, los santos, guiados por su Espíritu Santo se reúnen
alrededor de aquellas almas de luz muy especiales quienes están ungidas para
mantener los fuegos del amor ardiendo en el corazón del Cuerpo de Dios.
Nos recibió entonces,
El pequeño Cristo,
Nos recibe ahora.
Nos miró a los ojos,
Restableció los vínculos antiguos
De una hermandad mucho más allá
Del momento de una aparición.
Sin embargo, la estrella arriba y la estrella abajo
Hicieron la señal de la cruz,
Y cruzamos las arenas del desierto
Llevando a nuestras tierras nativas
La luz para volver a encender a un mundo.
Nunca nos olvidaremos
De su ojo penetrador.
Nunca nos ha dejado
En todos estos siglos.
Vimos ese día
El ojo de Dios sobre el mundo
Y en su rostro una expresión
Como la de nuestro Padre,
El Anciano de los Días.
Fue el reconocimiento eterno
De los miembros de nuestras bandas,
Y siempre somos uno a través de las arenas
Del tiempo y del espacio.
No hay compartimientos en el cielo o en la tierra
Que puedan separarnos de la memoria
De ese sol eterno que brilla entre nosotros,
Y en nuestros corazones siempre resonando
El mantra, “Somos uno, somos uno”.
Mantuvimos el equilibrio para su vida. Sostuvimos la estrella
del oriente, la cual, en la plenitud de los ciclos del tiempo y del espacio, él
seguiría hasta los retiros de la Hermandad- hasta Egipto, Persia, y el
santuario de la Madre del Mundo en la India. Allí vino a consagrar su vida para
la salvación de las razas raíces de las evoluciones de la tierra y a recibir el
manto de sus Manus.
Solamente Él
Es el eslabón que conecta
Al oriente y al occidente.
Su disposición
A hacer la voluntad de Dios
Todavía es recordada
Por los rishis y los santos.
Y la fragancia del jazmín,
De la flor de loto, y del incienso
Le recuerdan a los devotos de la voluntad de Dios
Que procede de las bandas estelares
De huestes celestiales,
Arrastrando luz y gloria,
Proclamando el mantra y la historia
De los bodhisattvas de la voluntad de Dios:
¡He aquí, Yo he venido a hacer Tu voluntad, O Dios!
En la plena conmemoración del Anciano de los Días y del
Cordero enviado a los ciento cuarenta y cuatro mil, venimos al corazón de cada
verdadero creyente de la Palabra y celebramos la Epifanía de Cristo. Ahora es
el Segundo Adviento y la hora de la aparición del Señor Nuestra Justicia en
vuestro corazón.
O chela de la voluntad de Dios, haz una pausa en tu oración
vespertina para recibirnos. Al mirar a nuestros ojos, acuérdate de que estamos
recordando la mirada del Niño Santo cuando nos recibió hace tanto tiempo.
Reconocemos el Gurú de vuestros corazones. Siempre somos
chelas del Gran Dios cuya Luz también viene a vosotros. Establecemos el ejemplo
de la devoción, la determinación, y la divinidad esencial. Cuidamos el altar de
vuestros corazones. Preparamos vuestras almas para Su venida. Con nosotros,
inclinaos ante su Presencia.
O Santo Ser Crístico, corriente pura y manifestación de Dios
para el amado, recibe ahora a los tuyos. Ayuda a expiar. Establece tu Palabra.
! He aquí, Él ha venido!
Y hazlos uno, así como nosotros somos el Tres en Uno: El Morya con Kuthumi y Djwal Kul para Braham,
Vishnu, y Shiva, en el pesebre secreto de vuestro corazón.
YO SOY El Morya.
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