Sin unidad y amor no se es nada.
Hermanos, meditemos juntos estas diversas reflexiones para que nos hagan pensar y profundizar en nuestro caminar personal:
Recordemos que la historia de la humanidad es un constante ir y venir de situaciones que se repiten.
El hombre no aprende y continúa cayendo en los mismos errores, sólo que con más avances tecnológicos para su autodestrucción. Así descubrimos que a través de la historia analizamos que existe un minúsculo, pero a la vez abismal y diferente grado de consciencia entre el hombre y lo Divino, dándonos certeza de que no es sólo la inteligencia lo que hace al hombre, aunque ésta lo diferencia de los animales, sino también lo que hace al hombre es la consciencia y según esté dirigida hacia el bien o al mal.
Cristo nos ha mencionado que en el ser humano es muy importante la disciplina, que unida a la inteligencia y a la razón, llevan al hombre a evolucionar. Por lo cual, Él quiere que no se olvide que la disciplina ilumina la inteligencia para que la criatura guste más lo espiritual y menos lo mundano. Entonces, veamos como la falta de disciplina en las criaturas las lleva a perder las mejores oportunidades de la vida porque ésta se disipa en la más mínima distracción, y cuanto se había alcanzado se desvanece como el humo, se va en un abrir y cerrar de ojos. Y es que la disciplina se encuentra ligada íntimamente al “ego” humano y al libre albedrío y sabemos que el libre albedrío mal empleado es lo más funesto… ¡He visto tantas buenas criaturas perderse en un microsegundo y dejar aquello por lo que habían luchado toda su vida! Por eso cuando parece que se está en el Cielo es cuando más lejos está el hombre del mismo Cielo… “Muchos son los llamados, pocos los elegidos”. Así se cumple la Palabra.
Has pensado, hermano (a), ¿que la sobrevivencia espiritual se mantiene en medio del oleaje constante de un mar embravecido por los sentimientos humanos mal empleados y la inteligencia nublada por el deseo de ser más y más cada día, viviendo en la ley de la selva? Así es como, la Madre Santísima, Barca de Salvación, nos ha llamado una y otra vez a la humildad, pero ésta, unida a la señora obediencia. Sabemos que es sumamente difícil seguirles, sin sentir el revoloteo del yo humano que no desea ser humilde sino por instinto, sobresalir.
Cristo no nos ha dado un camino fácil y tapizado de flores, no todos estamos dispuestos a poner la otra mejilla, ni a ser el último; esas son las Enseñanzas del Divino Maestro para sus seguidores, porque no somos imagen del mundo, ni a semejanza del mundo, sino a imagen y semejanza de Dios, fuimos creados.
¡Cuánta Fe necesita la criatura humana para que su alabanza mediante las obras y actos, sea agradable a Dios!
En este instante tan crucial, los instrumentos del Cielo deberíamos luchar por beneficiar, unir y llevar la Verdad revelada por Cristo y Su Madre Santísima a todos para que el hombre despierte en una unidad universal. Todos somos hijos de Dios, la división la crea la humanidad con sus prejuicios y éstos son el resultado de la ignorancia, pues todos poseemos el Espíritu Santo, y debemos despertar nuestra consciencia para que se identifique con el Amor Divino que mueve todo cuanto existe y genera en el alma criaturas nuevas.
Reconozcamos que en la Creación todo fue creado para todos: el sol emite sus rayos para todos por igual, unos se exceden en recibirlos y puede que les genere cáncer de piel, porque se quiere recibir todo en un sólo instante. Otros reciben poco a poco los rayos del sol; estos individuos más mesurados van recibiendo las bondades del sol poco a poco; así el hombre con su Creador no lograría llegar a Él en un solo día, ni pensar en vivir en Su Voluntad Divina si continúa actuando en la voluntad humana.
Cristo nos llama a vivir una metamorfosis espiritual para que lo que se posee dentro, salga al exterior del ser humano en sus obras y actos acordes a la Voluntad Divina. Nos dice Cristo que Él nos debe pasar por el crisol, o sea: todos somos pasados por el fuego para descubrir la joya que se tiene dentro.
Somos llamados a tomar consciencia del instante tan delicado en que vivimos e identificarnos y alimentarnos de Cristo con Su Cuerpo y Sangre. Sin acercarnos a Cristo no logrará el hombre vencer la tentación; sin la oración difícil será continuar caminado y sin la práctica de la oración es más difícil llegar a Cristo porque Él nos ha dado una encomienda y es: rescatar almas para Él. El conflicto emerge cuando da inicio la lucha de poderes, es la eterna lucha entre el bien y el mal, de la que la humanidad abunda en ejemplos. Pero el hombre ha ignorado que El que todo lo ve, es más que un ayer, más que el futuro, es el Eterno Presente y sabe todo acerca del hombre.
El hilo conductor de un camino sin fin, es el deseo humano que emerge de la voluntad del hombre, dando forma a los ideales o a los pensamientos, cada uno es una individualidad dentro de la colectividad de pensamientos y unidos llegamos a dar forma al futuro que esperamos, con una consciencia plena de que sin unidad y amor no se es nada.
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