Hermanos, ¿vivimos o no vivimos en tiempos apocalípticos?
Reflexión de Luz de María
La Humanidad ha dejado en el camino la fraternidad, reemplazándola por agresión y desunión.
Hermanos en estos instantes, en la comodidad de su hogar o lugar de trabajo, pueden leer los llamados urgentes del Cielo solicitando al hombre un alto en su camino personal, para que como ciudadanos del mundo no abandonemos a los hermanos que en este instante padecen bajo los tentáculos del dragón infernal.
Gran parte de la Humanidad se niega a aceptar que ese sea el espejo ante el cual la Humanidad se mirará en uno u otro instante.
Alrededor del mundo el hombre se encuentra protestando por diferentes causas, siendo una de ellas la opresión del poder ejercida sobre los Pueblos. Esto ya ha sido anunciado por el Cielo, alertando a la creatura humana para que a la luz del Espíritu Santo vea cómo se está preparando un gobierno único que ofrecerá una supuesta paz mundial.
Hermanos, ¿vivimos o no vivimos en tiempos apocalípticos?
Si usted no está padeciendo por alguna rebelión social, política o económica en su país, dé gracias a Dios, pero no se olvide de los que padecen y son creaturas humanas como usted y como yo.
Siempre han ocurrido esta clase de hechos, pero no tan generalizados ni meticulosamente orquestados como en este instante en que el mal ha girado el rumbo de la tecnología para que el hombre la utilice para causar el mal, por ejemplo con el armamento, con la informática que posee control sobre el hombre en los diferentes ámbitos de la vida, siendo uno de sus objetivos el control de la economía mundial, entre otros.
En este instante en que escuchamos que algunas potencias desean establecer lazos de aparente paz, tenemos que mantenernos atentos y no festejar antes de tiempo, ya que la Palabra de Dios nos dice en 1 Tes 5,3: "Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar".
La violencia se generaliza como un virus del pasado que despierta en el instante en que el mal lo necesita, repitiéndose una y otra vez en el presente. Somos llamados a ser pacíficos, aunque el hombre es poseedor de violencia, no una violencia que traigamos en los genes, sino una violencia desprendida de la falta de valores, de ese “ego” que impide al hombre que ejerza la acción de pensar en los demás por encima de las situaciones imprevistas que suelen presentarse en la vida y por la falta del deseo del bien común. Denotando así que lo que oramos o predicamos no es la realidad en que se vive. Existe una crisis de valores y esto lo podemos situar en los ¨signos de los tiempos¨, que tienen que llevar a la Humanidad a una reflexión y revisión interna, para ser más espirituales, más organizados y no caer en un contagio adverso.
Somos llamados a obrar y actuar como Cristo, ¿y nos hemos preguntado a qué se debe?
La respuesta es más profunda de lo que pensamos y es que la violencia mueve nuestro cuerpo interior afectando órganos que no vemos, pero que están presentes en nuestro organismo espiritual, unos de ellos – generalizando – son la psiquis y la mente, mediante las cuales el comportamiento humano se transforma. Somos llamados a vivir el Sermón de la Montaña como medio de unidad y sanación interior, marcando de esta forma, que sí es factible vivir siendo contrario a lo mundano.
El hombre se ha acostumbrado a reaccionar antes de escuchar y esto le lleva a ser violento, también a exigir más sin haberlo ganado o a desear más lo que se ha ganado, claro está que nada justifica la violencia. El hombre mira la paz como una utopía, pero a esto es a lo que nos llama Nuestro Señor.
Se nos ha pedido que seamos creaturas analíticas, necesitamos entender lo que se nos pide para que luego de escudriñar lo que se nos pide entender, podamos acceder a la información y al resultado que nos lleva a obrar y actuar acorde con la Voluntad Divina y hacerlo en armonía, con complacencia y amor. Así lograremos comprender para qué se nos pide ser generadores de amor y de compasión, ejercitando así la mente y el cuerpo para moldearnos a la manera que Cristo espera de los Suyos. Pero no es tan común mirar el Amor en esta sociedad, no lo es. En fin, el hombre se ha convertido en un generador de violencia consciente e inconscientemente.
Lamentablemente estamos padeciendo ante la violencia como uno de los factores que guían a la sociedad, esto es muy desalentador para una Humanidad avanzada tecnológicamente como la nuestra. La guerra es mirada como la justificación para que un Pueblo mantenga la autonomía y la supremacía.
Los presidentes de algunas potencias se han sumido en ataques y ofensas verbales, lo que para algunos eso significa poco y nada, pero lo cierto es que de la agresión verbal se pasará a la acción.
Se ha caminado con la Palabra de Dios delante de los hombres…
PALABRA PARA SER MEDITADA, NO PARA SER RECITADA, SINO PARA LLEVARLA A LA PRAXIS PERSONAL Y COMUNITARIA, PARA QUE CADA CRISTIANO TENGA PLENA CONSCIENCIA DE LO QUE IMPLICA LA PALABRA DE DIOS.
SE CONOCE LA SAGRADA ESCRITURA… PERO ¿SE COMPRENDE? ¿SE PRACTICA? ¿DESEA EL HOMBRE RECIBIR LA DEBIDA FORMACIÓN PARA QUE PENETRE EN EL NÚCLEO DE LA PALABRA DIVINA?
SI REALMENTE EL HOMBRE HUBIERA ATESORADO LA PALABRA DE DIOS VIVIRÍA CON GOZO Y LLEGARÍA A SER RESPONSABLE DE SUS ACTOS, SABIENDO QUE TODA OBRA Y TODO ACTO CONLLEVAN UNA REPERCUSÍON QUE AFECTA NO SOLO AL HERMANO, SINO A TODA LA CREACIÓN.
Cristo amplía el concepto de lo que recibe una creatura humana que genera paz, nos dice que la paz atrae al hombre hacia el Amor Divino y por ende, se reciben los frutos de ese acto, no solo a nivel espiritual, sino que se es participante en la construcción de un mundo mejor.
Esta es la Estrategia Divina: llevarnos a pensar, obrar y actuar en paz, serenamente, examinando, discerniendo y no actuar atropelladamente. Pero para esto tenemos que disponernos para que todo nuestro organismo físico y espiritual sean permeables al bien.
El Cielo nos llama a cada uno a expandir la conciencia para que no continuemos siendo esas creaturas que viven para sí, sino para que seamos esas creaturas que miran hacia toda la Humanidad para bien del mayor número de hermanos y de toda la Creación.
El hombre emplea infinidad de justificantes para no mirar la realidad. No ser conscientes de los “signos de los tiempos” y ser detractor de quien no posee las mismas ideas o ideologías que uno posee.
En este instante somos instruidos y no nos podemos declarar ignorantes ante la Información Divina que nos explicita que el mal se posesiona del desorden social, político, educativo y económico, que el mal conoce al hombre y sabe dónde desestabilizarle e incitarle a seguirle. De ahí el llamado a vivir en un constante análisis del medio que se va gestando a nuestro alrededor.
La Fe no es un invento, El apóstol Pablo enseñó que: “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1), sino es sustento del hombre espiritual que sabe que el conocimiento no es contradictorio con la Fe, sino es una retroalimentación uno del otro, porque el hijo de Dios conoce sus deberes y sus derechos, sus responsabilidades y los frutos del cumplimiento de esas responsabilidades.
Hermanos, en un instante tan álgido como el presente, la unión espiritual es esencial para que como Humanidad seamos conocedores y cumplidores de los Mandatos de Cristo, para que no se turbe el corazón ante las enseñanzas fuera de la Voluntad Divina.
Cada uno es terreno fértil, expandamos la semilla del Amor, del conocimiento y tengamos la seguridad de que Cristo no es lejano, no se esconde. No retrocedamos apoyando lo que no es de Dios y no seamos partícipes de las injusticias con las que el demonio está atropellando al Pueblo de Dios.
La Fe de una persona le lleva a salir de lo cotidiano para adentrarse en la fusión con el Creador…
La Fe de un Pueblo lo hace grande…
Luz de María
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