Deja que la vida sea.
Disponible, en este momento, al instante que surge.
Abierto a la verdad de la presencia: lo único real
que siempre acontece.
Desde ti mismo, en este lugar,
la vida se expresa y tú la presencias, integrado, receptivo,
sin dispersarte en elucubraciones del ayer o del mañana,
pues todo es ahora y tú naces en esta presencia pura
donde el milagro del instante florece.
Y solamente, gloriosamente, te das cuenta de algo: respiras.
Y te unificas con la vida en la sencillez de ser,
en lo que no puede aprenderse, sencillamente vivirse.
Deja que la vida sea.
Presénciala.
Saboréala desde el único lugar posible: Aquí y Ahora.
José Manuel Martínez Sánchez
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